jueves, 27 de agosto de 2015

Ginobili en Corrientes



(Foto ilustrativa del encuentro. Cinco que quieren ser, que jugaron y se divirtieron)

El sobrino del más grande, hijo de uno de los hermanos, anduvo por acá. Paso desapercibido, no su apellido. Franco Ginobili estuvo representando a su club, Bahiense del Norte, en el encuentro Perico Aquino. Generó expectativas pero el joven adolescente (está en la categoría infantil U15) se mezcló entre todos, como debe ser, y fue uno más de la masa deportiva que copo la ciudad el último fin de semana julio. Incluso los viejos curiosos lo descubrieron recién en la despedida cuando subía al colectivo para emprender el regreso a su Bahía Blanca natal.
Pero no fue la primera vez que ese apellido piso una cancha correntina. En 1995 la selección argentina realizaba una serie de partidos amistosos por el país, preparándose para las olimpiadas de Atlanta un año después. Y ahí estuvo Manu, el que todavía era Emanuel el juvenil surgido en Bahiense (que jugó en Andino de La Rioja y después lo hizo en Estudiantes de Bahía en la Liga Nacional, en Italia en el Viola Reggio Catania y Kinder Bolonia, y desde 2002 en el San Antonio Spurs). Ese partido se disputó en la vieja cancha de Córdoba, sobre mosaicos.
Una noche de luminarias basquetbolisticas, entre mayores y juveniles (ahí estaba Manu) tuvo un inesperado protagonista: el árbitro no entendió que el espectáculo lo daban los de pantalón corto. Sin embargo no llegó a opacar a los ídolos deportivos.
En esa oportunidad el primer Ginobili piso Corrientes. La humorada de Manu luego del percance con el aire acondicionado en un partido de la NBA trajo ese partido a la memoria.
 "Nunca había jugado con tanto calor, pero nada se compara con los mosquitos en Corrientes" sorprendió. La afirmación quedo flotando y fue otro de la generación dorada quien aclaró y recordó aquello que había quedado bien guardado ante tantos nombres rutilantes de ese tiempo: fue el goyano Federico Kammerichs. Aún el bahiense no trascendía, y su nombre era uno más detrás de Milanesio, Nicola y un joven que prometía, Fabricio Oberto.
Luego aparecerían los hermanos, ya en el tiempo de Regatas en la liga nacional.
Con toda la fama de su apellido apareció Franco, llegó Franco. Y lo hizo como lo que es, un joven que ante todo juega al basquet con sus amigos y compañeros de Bahiense, y sus pares correntinos.

No hubo genialidad, solo risas y complicidad durante esos días de las vacaciones de invierno. Ahí estuvo Ginobili, en él y en todos, en los que se divirtieron. Un Ginobili, Franco, todos los Ginobili, los que quieren ser como Manu, pero ante todo juegan y viven su adolescencia en el deporte.

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