miércoles, 29 de julio de 2015

Peñarol, el club de los bailes de carnaval (Publicado por el diario NORTE de Corrientes en octubre de 2014)

Recuerdos, muchos y de los buenos; y un desafío: Los hijos del Club A. Peñarol (tal la denominación de su perfil en la red social Facebook), llevan adelante el rescate de numerosas historias, de vivencias que tenían como centro la institución de la (ex) avenida Alberdi. El club se caracterizó más por su vida social, por sus bailes (de carnaval y año nuevo) que por sus logros deportivos, los que también exhiben con orgullo con uno de sus hijos como estandarte del Boca Juniors de la mitad de la década del 70. El vertiginoso recorrido de una historia de cuatro décadas, llevó a cuatro de esos hijos a contar mucho, que quedó con gusto a poco y querían decir más, y ganas de transmitir lo que pasó en ese tiempo pasado que sin dudas, para ellos y la mayoría que pisó ese club, fue mejor. “El barrio estaba lindo, y nos queríamos juntar para bailar en carnaval” dice Cesar Montenegro que decía su padre, allá por 1947. Y fue un 14 de abril de ese año en que las puertas se abrieron, y optaron por bautizar a la institución con el nombre “del mejor club uruguayo de la época”. Sin más vueltas nació el Club Atlético Peñarol, en el solar ubicado por la adoquinada Alberdi al 2100. A imagen y semejanza del de Montevideo, pero en Corrientes, recuerda Jorge Sánchez. Eran tiempos de una calle Alberdi de adoquines, con una vía muerta que hasta la década del 20 guiaba a un tranvía tirado por bueyes hasta el cementerio. Esa arteria dividía los barrios San Benito y San Martín, aunque para los hijos de Peñarol los unía e incluía, en la alegría y el festejo de cada baile en la institución. Fue un tiempo en el que florecían los clubes en la zona. Transitar por esa calle significaba encontrarse con Colegiales (esquina Lavalle), Peñarol y una cuadra más adelante con Lipton, aunque tenían improntas diferentes: el primero ligado al básquet y el último al futbol. Cerca de allí hacia el rio estaban los clubes San Benito y Ferroviario, y hacia el otro lado, Sportivo. Pero el Peña tenía el imán social, la atracción para el encuentro en cada uno de sus bailes que incluso llegó a disputar el poderío al tradicional Regatas. “Junto con el San Martín éramos la alternativa de los encuentros barriales” asegura Nelson Sánchez, quien en cada momento de la charla insiste con el desafío para los que vivieron aquello. “Y le hacíamos sombra a Regatas”, dice en referencia al principal centro social correntino en tiempos de carnaval y celebraciones de fin de año; remarcada por la única voz femenina de este recuerdo de manera contundente: “eran los mejores bailes, si hasta venían a bailar desde el Camba Cua” dijo Carmen. Hasta el mítico Papi Chaz Correa era uno de los más entusiastas bailarines, aunque existía un crédito local que no le perdía distancia, el negro De Jesús. Y tanta atracción estaba también sostenida por las orquestas. Eran complementos, los músicos y el baile. Agrupaciones musicales y artistas foráneos como los Iracundos, Juan y Juan, y hasta el referente juvenil del Club del Clan Nicky Jones se subieron al escenario que fue montado por los entusiastas dirigentes del Peñarol. Incluso una de las fotos que atesoran muestra a uno de los hijos posando durante la construcción, con tan solo dos años. Y casi todos los famosos locales pisaron ese lugar: Mantra, Carlitos Bussi y tantos, a lo largo de los años de prosperidad. Las jornadas bailables eran extensas, sin la violencia ni los cuidados actuales respecto a posibles desmanes. Todo era en armonía y tolerancia, con el único objetivo de la diversión, sociabilizar y compartir la magia de un lugar. Hasta la salida del sol. Luego de la apertura y sus primeros tiempos como institución social, el Peñarol comenzó su camino deportivo. Fue de la mano del futbol, y Cesar Montenegro le quitó el polvo a la historia. Jugador él con casi 20 años vistiendo la misma camiseta, remarcó como principal logro el ascenso a la primera de la Liga Correntina como uno de los primeros, al tiempo de remarcar que uno de los jóvenes deportistas llegó a la primera de Boca Juniors allá por la década del 70. “Era Hugo Pablino Sanchez que jugó al lado de Marcelo Trobiani, de Ponce, entre otras figuras de ese Boca histórico” recuerda Montenegro. Incluso atesora dos fotografías de ese ídolo. Como todo club fundado en la misma época, Peñarol no escapaba a la costumbre de construir una cancha de básquet con un escenario en uno de sus costados. Esa era la impronta y el sello de las instituciones deportivas pero que, ante todo, cobijaban los sueños de una juventud que además se divertía sanamente. Tambien el básquet tuvo su espacio, como el vóley y hasta el tenis de mesa. Lamentablemente la historia se detuvo: fue en 1977 el año del último baile de carnaval, y después de eso devino un tiempo de inconvenientes en el que incluso se perdió parte de la sede, casi 10 años después. Aunque la representación de aquel espíritu perdura. El amarillo y negro, los colores del Peñarol de Montevideo, pero de su hermano correntino anida y en buen cobijo en los corazones de sus hijos, que a lo largo de la charla insistían con el desafío, que no es deportivo. En un reciente encuentro familiar decidieron exteriorizar sus sentimientos atesorados, y compartir con viejos conocidos. Así su grupo en la redo social Facebook, con tan solo 10 días ya tuvo respuesta de varios correntinos, incluso de algunos que están muy lejos. Todos ellos bajo el amparo del negro y el amarillo. Que seguramente se irán multiplicando con el correr de los días para recrear la comunidad social y deportiva de Peñarol de Corrientes. Y es que el desafío lanzado por Nelson parece tener una clara respuesta a favor: no hay institución social que supere a Peñarol en cantidad de familias formadas, de parejas casadas. Atesoran con esa consigna el mayor emblema y valor que los unió durante tanto tiempo, y que ahora se hace extensivo y busca ramas de un frondoso árbol con solidad raíces: la familia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario